Recordando el temblor de 1985

Como olvidar el «día del temblor»:

En mi corta vida, apenas si entendía lo que había pasado.

Muy temprano aquel 19 de septiembre y a punto de ir a la escuela, un movimiento telúrico nos tomo por sorpresa; durante el mismo, solo pudimos salir de casa a «tropiezos», moviéndonos de un lugar a otro y «chocando» con todo lo que se caía en el trayecto: muebles, cuadros, adornos, floreros, y justo en el momento en el que me sentía mas seguro, me caí de rodillas mientras escuchaba a algunas personas rezar y llorar,  al compás del crujir de la tierra.

Ver como una casa se cae con todos sus recuerdos, es algo difícil de digerir, a lo lejos el terrible sonido del gas escapando, los arboles se movían de un lado a otro sin resistirse, parecían eternos esos minutos, y aun después de que parara el temblor, seguía sintiendo el movimiento, no  podía mantenerme de pie, pues me sentía mareado y desconcertado.

Después siguió lo mas terrible, la separación de la familia, todos nos esparcimos, al final no volví a ver a la familia por casi 12 horas y fue aterrador, no saber de mi Madre, mi Padre y mis hermanos, ver las calles con escombros sin que ningún auto pudiera pasar, caras desencajadas por no comprender aun lo que había pasado, gritos desesperados de «huele a gas», «va a explotar la gasera», «salgan de sus casas», «es peligroso estar dentro de ellas», de escuchar en algún radio a lo lejos que algo terrible había pasado en la Cd. de México, me hacia estremecer y sentir que posiblemente ya no habría un mañana.

Esa mañana el sismo  no sólo se sintió en la Ciudad de México,  sino también en Ciudad Guzmán,  un pueblito del Estado de Jalisco,  mi Pueblo , mi querido pueblo, quizá apenas conocido cuando los «turistas» que iban a Manzanillo pasaban de manera obligada, comían, descansaban y seguían su camino.

Según datos el temblor había dejado 32 muertos, más de 900 heridos y cerca de 33 mil damnificados. Sin embargo, en los días sucesivos vi desfilar al panteón a muchos dolientes.

Hay quien asegura que estábamos acostumbrados a los temblores, pero este había sido devastador, y el primero en mi vida; la mayoría de las viviendas eran casas viejas, construidas de adobe, y quedaron reducidas a escombros; las calles principales parecían sacadas de una película de guerra.  Las escuelas  con severos daños, los hospitales con afectaciones, la iglesia a donde mi abuela iba a rezar que era el Santuario totalmente dañado y la Catedral sin sus torres.

Después del temblor la situación no mejoro, la crisis de alimentos no se hizo esperar, también faltaban medicinas y ropa, y como siempre la clase política y los corruptos de pueblo, «guardando» la poca ayuda que llegaba, porque nuestra bella Cd. Guzmán apenas si figuraba en el mapa y no se tomaba en cuenta. Esto mismo sucedió con mas pueblitos  no solo con el nuestro, pero yo solo se lo que viví en mi terruño.

La situación con el tiempo se agravo aun mas, porque no había dinero para reconstrucción y poco a poco la gente se fue levantando como pudo, de la noche a la mañana unos los perdían todo y otros amanecían como los «nuevos ricos», en el caso de mi familia, lo que queríamos era salir adelante sin que se aprovecharan de nosotros o aprovecharnos de la desgracia ajena.

Cd. Guzmán creció considerablemente a raíz del temblor, se crearon nuevas colonias y fraccionamientos y el recuperarse de esta catástrofe fue un tanto lenta.

En la actualidad Cd. Guzmán sigue tan bonito como Grande, la gente hace su grandeza,  nuestro centro histórico se vio favorecido y a modo de ver las cosas tiene el jardín mas hermoso y grande que han visto mis ojos, y su Catedral aunque no tenga torres sigue siendo bella.

Todavía nos falta mucho por aprender de los fenómenos naturales, pero si vemos la historia podremos prepararnos para el futuro.

 

 

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